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Foto del escritorSara C.

Sobre cómo Instagram ha cambiado el mundo editorial

Actualizado: 30 nov 2020

El politólogo y librero Xacobe Pato Girigey presentó ayer en el Club FARO de Vigo su primer libro: “Seré feliz mañana”, donde recopila diarios que publica todos los domingos en su perfil de Instagram. Xacobe nació en Ourense en 1987 y estudió Ciencias Políticas pero se dedica a aconsejar sobre literatura en la librería Cronopios de Santiago. A través de la red social donde lo que parecía imperar eran las imágenes, se pasó al otro lado, al de la escritura, publicando semanalmente un diario por capítulos.


Imagen: R. GROBAS

Ese formato enganchó a sus seguidores que, semanalmente esperaban a que el escritor publicase un post nuevo. “Hay personas que se enfadan si nos las saco. Alguien pasa un rato contigo durante la semana y el domingo viene al diario solo para ver si sale lo suyo. Algunos buscan su inicial, y si no salen, ni me leen”, cuenta Xacobe. Se suele decir que los escritores siempre incluyen algo de su vida personal en sus obras pero en el caso de Pato Girigey eso es algo proclamado a los cuatro vientos, de hecho explica que “escribir un diario tiene algo de rodar, editar y montar tu propia vida y hasta los extras van de estrellitas”. Digamos que al escribir un diario y sobre todo al hacerlo público, nos estamos situando ante los lectores como los protagonistas de nuestra propia vida. Esto es muy propio del momento en el que vivimos, en el que el individualismo y el ego pisan fuerte. Aún así Xacobe Pato no parece alguien egocéntrico sino modesto, y se muestra tímido al decir que lleva mal ver su propio libro en la librería: “no me atrevo a recomendarme. La gente lo compra y me pide que se lo firme, son como presentaciones individuales”.


La historia de Xacobe es inspiradora y me ha recordado un poco a la de Hernán Casciari. Aunque de primeras parezca que ambos no tienen mucho que ver, además de su amor por la literatura, ¿estarían ambos en el mismo sitio si no fuera por Internet? Sí, ambos tienen talento y seguro que podían haber perseguido a editoriales y finalmente una habría publicado sus historias pero no les hizo falta nada de eso. Gracias a la red pudieron lanzarse a publicar, por probar y en el caso de Xacobe fue cuestión de coger la costumbre, ya que siempre le ha gustado escribir pero no fue hasta que adoptó una rutina publicado semanalmente que poco a poco se dio a conocer. “Era un librerio que no escribía nada. Mis amigos me decían que a escribir se aprende escribiendo y para coger una rutina empecé a publicar cada domingo en Instagram. Es importante que te vayan conociendo, porque si no te conocen tampoco te edita nadie...”. Este último punto es un poco triste y puede resumir el estado actual de la industria editorial.


Quizá siempre han priorizado ventas sobre calidad pero actualmente es manifiesto cuando vemos que el youtuber de turno saca un libro y, en muchos casos, ni siquiera lo ha escrito él. Eso hace que muchos escritores amateur que no tienen presencia en redes se desanimen y, no es para menos, ya que existen ejemplos de esto tan claros como la respuesta que recibió el guionista Carles Ponsi. La noticia versaba “rechazan un guion porque su autor no tiene muchos seguidores. Ponsi había enviado su trabajo a una editorial y su sorpresa fue encontrarse un: “Nos ha gustado mucho, pero después de consultar el alcance que tienen tus redes sociales, lamentablemente no lo podemos editar”. El correo se despedía con un “No dudes en ponerte en contacto con nosotros más adelante si se presenta algún aumento de seguidores”. Así que sí, Internet ha influenciado de forma positiva en la industria editorial porque ahora es más fácil compartir las historias con el mundo e incluso autopublicarse pero también ha hecho que muchas editoriales pongan el número de seguidores por encima de la calidad literaria.


Pero no todo es amargura, la historia de Laura Ferrero también arroja un poco de luz a este asunto ya que, al igual que Xacobe, la escritora utiliza su cuenta de Instagram para compartir sus textos junto a imágenes de su vida. Ferrero ve algo que la inspira y la invita a escribir sobre distintas cosas y me encanta cómo su vida cotidiana se mezcla con otros títulos o elementos de la cultura popular. Mucha cultura popular encontramos también en El amor después del amor, libro ilustrado por Marc Pallarés, en el que Laura nos cuenta las historias de amor de Bon Iver, Sophie Calle, Sylvia Plath, Eric Clapton…protagonistas cuyos nombres conocemos pero a los que nos acercamos desde otro prisma gracias a este libro ilustrado. Laura Ferrero autoeditó su libro de relatos Piscinas vacías en la plataforma megustaescribir y tras entrar en el top 100 de Amazon, fue publicado por Alfaguara en 2016. Desde entonces seguiría publicando con Alfaguara (Qué vas a hacer con el resto de tu vida, salió en 2017 y es su primera novela) y la editorial Bridge (el ya mencionado El amor después del amor).

Y estos son solo algunos de los ejemplos pero hay muchos. Si viajamos al otro lado del charco tenemos a la poetisa más popular de Instagram: Rupi Kaur, que empezó a compartir sus textos en Tumblr cuando estaba en el instituto y en 2014 trasladó su trabajo a Instagram, para que en noviembre de ese mismo año saliese Milk and Honey, poemario que estuvo 77 semanas en la lista de Best Sellers del New York Times.


Otras recomendaciones literarias imprescindibles en Instagram, que ya no solo es la red del postureo y la fotografía por excelencia, son: Javier Aznar, columnista en Vanity Fair; Miki Naranja, a quien desgraciadamente perdimos la semana pasada pero cuyos textos nunca nos

Leti Sala con su libro (IG: leti.sala)

dejarán; y Leti Sala, que comparte su poesía en Instagram y twitter y que sacó su último libro In Real Life el pasado octubre.


Instagram dejó hace mucho tiempo de ser la red de lo superficial y visual para albergar contenidos mucho más humanos y profundos, como la obra de los escritores de los que hemos hablado. Es cierto que Internet ha hecho que muchas veces no se vea más allá de los seguidores pero también ha dado alas a mucha calidad literaria que en otro momento habría quedado guardada en un cajón.

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