¿Es posible que todo el mundo, o al menos una inmensa mayoría, esté de acuerdo en algo? Esta extraña situación parece que, por primera vez, sí se ha podido cumplir en España. Hace unos días, el domingo 22 de noviembre, una usuaria de Twitter contaba en su perfil la situación por la que estaba pasando después de haber dado positivo en la prueba del coronavirus. Se trataba de una joven estudiante de enfermería, llamada Elena Cañizares, que comparte piso (o al menos, compartía) con otras tres compañeras más. Pero ¿por qué se viralizó este caso en concreto?
Mediante un hilo, Elena explicaba que cuando informó a sus compañeras de piso de que estaba infectada, estas le reprocharon que se quedase en casa porque, según ellas, supondría un riesgo y una limitación para sus vidas, y que lo que debía hacer, por tanto, era marcharse a su casa, en Almagro (Ciudad Real), con sus padres que, por cierto, son personas de riesgo. Estas respuestas provocaron la indignación de la afectada, quien decidió dar a conocer su historia publicando los mensajes de WhatsApp que había recibido de Rocío, Lucía y Ángela, las otras chicas con las que compartía casa, para denunciar la situación. Sin embargo, la cosa se fue de las manos.
El caso se viralizó rápidamente. ¿Cuál fue la respuesta de los usuarios de Twitter? Como no podía ser de otra forma, la gran mayoría se puso de parte de Elena, puesto que veían la actitud de sus compañeras totalmente fuera de lugar. Ya no solo porque al pedirle que se marchara de allí estaría incumpliendo las medidas sanitarias – pues si estas contagiado no puedes moverte de tu domicilio –, sino por la falta de empatía y solidaridad que mostraron hacia ella. Elena alegaba que no saldría de la habitación más que para ir al baño o calentar la comida, y que después desinfectaría todo aquello que utilizara, e incluso pidió a sus compañeras que, para no salir de su propio cuarto, fuesen ellas quienes le trajesen la comida a la puerta y evitar que Elena propagase el virus por la casa. No obstante, para sus compañeras esto supondría un verdadero incordio. “Nosotras tenemos nuestra vida y no tenemos por qué estar en esta situación”, se justificaban, y es que, como le dijeron en los diferentes mensajes y audios que intercambiaron, ellas tienen “universidad y gimnasio”, que no pensaban interrumpir por el supuesto egoísmo de Elena.
La condena social hacia la actitud de estas chicas fue unánime. Tanto fue así que pocas horas más tarde, la propia Elena se vio obligada a borrar el hilo que había subido por la cantidad de amenazas que habían recibido sus compañeras, pidiendo además que dejasen de insultarlas o de tratar de encontrarlas, e insistiendo en que su único propósito era “denunciar esta situación”.
Aunque buena parte de los mensajes – sobre todo, los primeros que se emitieron – en torno al caso de Elena Cañizares eran para mostrarle su apoyo o para recriminar la actitud de sus compañeras, la viralización de esta historia no podría entenderse sin un componente esencial de Twitter: el humor. Desde que se dio a conocer la actuación de ‘Rocío Piso’, ‘Ángela Compañera’ y ‘Lucía Compañera’, miles de memes inundaron las redes. Con Elena Cañizares como Trending Topic durante todo el domingo e incluso el lunes siguiente, los usuarios no paraban de dar rienda suelta a su imaginación con gags y chascarrillos que hasta la propia afectada compartió en su perfil. Y es que nadie podría haber imaginado que todo esto se convertiría en un auténtico fenómeno de masas.
¿Pero por qué tuvo tanta trascendencia? ¿Por qué este caso y no otros similares, si mucha más gente ha tenido que convivir con personas infectadas por Covid bajo el mismo techo? A la vista está que este año, con medio país confinado y otro medio con medidas restrictivas y las actividades de ocio reducidas a la mínima, Twitter se ha convertido en un entretenimiento más, y si bien es cierto que antes ya lo era, desde la irrupción de la pandemia en nuestras vidas esta tendencia ha ido al alza. Aunque no solo esta efervescencia de Twitter determina la viralidad de Elena Cañizares. Muchos rostros conocidos, de ámbitos muy distintos, compartieron y comentaron su historia. Cantantes como Blas Cantó o Luis Cepeda, actores como Brays Efe o Iztiar Castro, personas de gran trascendencia en redes como Ibai Llanos, Emilio Doménech o Ángel Martín, e incluso clubes de fútbol, entre otros muchos, se hicieron eco y dieron difusión al caso de Elena. Esto hizo que a las pocas horas la identidad de esta estudiante de enfermería copase los principales medios generalistas del país. Y no solo eso, porque al día siguiente, Elena apareció como estrella en hasta seis programas de televisión: Cuatro al día, La Resistencia, La hora de La 1, Espejo Público, Todo es mentira…
La actuación de sus compañeras de piso no fue lo único que provocó la indignación de la gente. Otros también cuestionaban el proceder de Elena por haber difundido mensajes privados a través de redes. De hecho, el aviso de denuncia fue una de las consecuencias, por parte de una de sus compañeras, a las que se tuvo que enfrentar después de hacer pública su historia. Cualquiera podría pensar que la cosa se iba a quedar en una anécdota, pero este caso ha sido digno de estudio por parte de sanitarios, abogados y especialistas de otras áreas que no han dejado pasar la oportunidad.
Asimismo, fue tal la repercusión de la situación de Elena que muchas empresas se pusieron en contacto con ella para ofrecerle sus servicios y productos. Finetwork, la empresa de telecomunicaciones, le ofreció una casa con los gastos pagados durante un año después de acabar la cuarentena obligatoria, cosa que Elena rechazó. Mientras que la marca de golosinas Fini le envió varios de sus productos, que Elena no ha podido disfrutar ya que es vegana. Pero estas no fueron las únicas compañías en contactar con la joven estudiante: KFC, Pull and Bear, Ecovidrio, Popitas… Un drama convertido en negocio de marketing para las marcas que aprovecharon la mediatización del caso para sacar rentabilidad publicitaria. Sin embargo, Elena afirmó días después en su cuenta de Twitter que todos los regalos que había estado recibiendo serían donados y sorteados, puesto que ella no los necesitaba.
A medida que iban pasando las horas, el número de usuarios y de mensajes sobre este tema iba en aumento. Al día siguiente, en la ronda de televisiones que realizó Elena hablando de esta situación, confesó que nunca había imaginado que su historia tuviese tanta mediatización, “tan solo unos 10 me gusta” y por eso la publicó: para desahogarse o denunciar lo que le habían hecho, sin ninguna esperanza de llegar más allá. De ahí su sorpresa. Porque Elena no daba crédito – como hizo saber en sus redes – de la cantidad de medios que se hicieron eco de la noticia. Está claro que nunca antes habíamos visto una respuesta tan unánime.
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