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Opinión LCDP3: Querer controlar el pensamiento

  • Foto del escritor: José M.
    José M.
  • 24 jul 2019
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 25 jul 2019

NOTA: Este artículo contiene spoilers de La Casa de Papel, incluida la tercera temporada.

Logo de La Casa de Papel

El pasado viernes 19 de julio se estrenó la tercera temporada de La Casa de Papel (Netflix y Vancouver Media) en Netflix. Un estreno que muchos no esperaban ver debido al desenlace de la segunda temporada (o "parte 2") pero que, aun así, ha vuelto a conseguir reunir a sus adeptos en frente de sus dispositivos para conocer cuál iba a ser el nuevo "trabajo" que iba a realizar la banda de los Dalís.


Una vez vista y sabiendo que, probablemente, el próximo año tengamos la cuarta (¿y definitiva?) entrega, tengo que decir que me ha dejado sensaciones dispares. En este artículo no me voy a centrar en mi opinión personal hablando de la serie en general, sino de un aspecto que considero clave como es el del constante intento por dominar el pensamiento del otro, pero aun así permitidme dar unas pequeñas pinceladas. He hablado de "sensaciones dispares" porque yo no consideraba necesaria una tercera temporada, lo que no significaba que no fuera a ver cada nueva entrega con el mismo interés que las primeras; y no la veía necesaria porque la "parte 2" terminó tal y como terminaría una película con final feliz para los buenos que, en este caso, son los atracadores: con cientos de millones de euros y la opinión pública en el bolsillo, pero con un matiz: las bajas de integrantes de la banda importantes como Moscú (Paco Tous), Oslo (Roberto García Ruiz) y, sobre todo, Berlín (Pedro Alonso), este último con una escena final al ritmo del célebre Bella Ciao que te eriza la piel al mismo tiempo que sientes que los malos eran los buenos.


Y, por otra parte, al conocer que iban a haber hasta dos entregas más de esta serie empecé a creer que tenían que dar una vuelta de tuerca para no caer en un argumento idéntico al de las dos primeras partes, y creo que lo han conseguido. (Nota: aunque ya lo he mencionado antes, incluye spoilers). No considero que La Casa de Papel sea una serie especialmente bélica ni enfocada a una permanente guerra sangrienta entre policías y ladrones, aunque es cierto que en esta tercera temporada se han permitido excederse un poco más en ese aspecto una vez dominado el campo de la negociación y de esa constante partida de ajedrez.


¿La opinión pública es tan importante?

Este artículo de opinión quería centrarlo en la importancia constante que se le da a lo que puede llegar a pensar la otra persona, tanto la sociedad como un interlocutor en concreto, durante toda la serie. Si cogemos las tres partes de La Casa de Papel y buscamos similitudes entre ellas nos topamos con ese enfrentamiento típico entre los policías y los ladrones y sus correspondientes negociaciones: en las dos primeras partes tenemos al frente de la Policía a Raquel Murillo (Itziar Ituño) y en la tercera a Alicia Sierra (Najwa Nimri) y Luis Tamayo (Fernando Cayo). Estos tienen unas conversaciones con El Profesor (Álvaro Morte) llevadas al terreno de la negociación y que desembocan en toda una batalla estratégica: un error puede ser fatal.

La Casa de Papel (Fuente: Netflix)

En las partes 1 y 2 el argumento de la serie se centraba en un atraco en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y tomó como uno de sus puntos fundamentales el rescate de Alison Parker (María Pedraza), hija del embajador británico en España y el rehén por el que la Policía se tomó la operación como si se tratara de salvar al propio Estado. Fue en ese momento cuando la Policía vio que no podía irrumpir por la fuerza dentro de la fábrica, puesto que eso habría podido significar terminar con la vida (por efectos colaterales) de la embajadora de uno de los aliados más importantes de España en Europa, así como un rechazo de toda la comunidad internacional por no haber podido convencer a unos atracadores teniendo en frente a todo el servicio de inteligencia español, un hazmerreír. La estrategia de El Profesor para ese primer atraco (partes 1 y 2) compartía ese objetivo: no podía haber ningún asesinato, la meta era plantar cara a un sistema injusto y que favorece a las personas ricas frente a las personas pobres, por lo que un derramamiento de sangre habría desvirtuado por completo ese objetivo y él y su banda habrían sido considerados como simples sanguinarios.


Y en esa aspiración por ganarse a la opinión pública podemos recordar un momento de la segunda temporada: la Policía decide difamar sin pruebas a Berlín en todos los medios de comunicación del país para hacer creer a la gente que los que estaban dentro de esa fábrica no eran más que desequilibrados mentales que tenían pocas cosas ya que hacer en su vida. Ante esto Berlín decide ponerse delante de los periodistas (a los que dan entrada a la fábrica) y defenderse de todas las acusaciones vertidas contra su persona con afirmaciones como la siguiente: "Soy un ladrón, lo he sido toda la vida, pero nunca he vendido a nadie [...] y no soy un proxeneta." Eso dejaba a la Policía y a la por entonces Inspectora Murillo entre la espada y la pared.


En esta tercera entrega hemos visto situaciones similares. Partimos de la base de que la parte empieza con un reconocimiento de la sociedad a la banda de El Profesor y los suyos como si se trataran de Robin Hoods que han luchado y ganado a un sistema corrupto; el mejor ejemplo de esto es que comienzan poniendo en el aire un zeppelin cargado de 140 millones que empiezan a lanzar, billete a billete, por las calles céntricas de Madrid. Esa estrategia estaba destinada a dos cosas: reafirmar esa posición de "robar a los ricos y dárselo a los pobres" y crear un caos del que se puedan aprovechar para volver a hacer uno de sus trabajos. En esta ocasión el objetivo era el Banco Nacional de España y más concretamente su oro, y los desencadenantes eran la detención de Río (Miguel Herrán) y su correspondiente tortura silenciada por la Policía y la ya mencionada muerte de Berlín, hermano de El Profesor y cerebro del nuevo plan que iban a realizar.


Cuando es imposible separar el grano de la paja

"Separar el grano de la paja" es un dicho utilizado por la inspectora Alicia Sierra en un momento de la tercera temporada que considero de gran relevancia para lo que estamos tratando: la banda consigue acceder a los documentos clasificados del Banco Nacional, unos documentos que contienen una serie de datos que comprometerían a la Policía, al Estado, a la Unión Europea e incluso a la propia OTAN (dicho por el Coronel Luis Tamayo). La estrategia era clara: vosotros sabéis que tenemos estos documentos clasificados (ya se encargan de hacérselo saber lanzando dos de esos maletines), y sabéis que si vais un paso más allá los publicaremos, gracias a todo un equipo de hackers profesional, y provocará el derrumbe de todo el sistema preestablecido tal y como lo conocemos.


La respuesta de la inspectora Alicia Sierra fue neutralizar esa carta bombardeando los medios de comunicación con información "confidencial" falsa, para ello "filtraron" cientos y cientos de documentos falsificados en lo que ya empezaban a llamar medios como LaSexta "la mayor filtración de la historia de España". Y ese contraataque había sido un éxito: una vez publicada esa información falsa los medios necesitarían mucho tiempo para poder contrastarla; si El Profesor decidía publicar los datos confidenciales "reales" estos quedarían asimilados a los falsos y habría sido imposible "separar el grano de la paja". Noticia, El Profesor había perdido una de sus bazas más importantes.


Cuando el oído gana al cerebro

Y como último punto de este artículo quiero tratar ese intento por dominar el pensamiento de la otra persona en el contexto de una negociación. Si bien es cierto que durante toda la serie la tónica negociadora ha sido muy similar, pues El Profesor comienza preguntando a la inspectora Murillo cuestiones de carácter personal (como qué llevaba puesto, etc.) para trasladar una conversación, a priori, trascendental a una personal. Algo que se repitió en esta tercera parte cuando asume el mando Alicia Sierra, pues esta empezó haciendo preguntas del mismo tono a El Profesor, un constante tira y afloja.


Para mí el papel que realiza Álvaro Morte (El Profesor) es el más importante de toda la serie: un personaje caracterizado por la estrategia, que no tiene ninguna pretensión más allá de que su plan (en las dos primeras partes) y el de su hermano (en la tercera) triunfen sin ninguna baja y con el mero objetivo de someter al sistema a una crítica generalizada. Un personaje que, sin embargo, también sufre esos vaivenes típicos de todo ser humano (enamoramiento, rabia, miedo...) y que no hacen más que acercar al personaje a un contexto terrenal pero sin perder de vista la partida de ajedrez.


Y quería resaltar la figura de El Profesor por la última escena de esta tercera parte: en un momento extremo tanto él como Lisboa (Raquel Murillo (Itziar Ituño)) se encuentran en medio de un bosque escapando de todos los cuerpos de seguridad del Estado y terminaron por separar sus caminos siguiendo uno de los protocolos para dichos extremos casos. Siguen avanzando los acontecimientos y llegamos al punto donde el agente Suárez (Mario de la Rosa) encuentra a Raquel Murillo y la encañona mientras El Profesor lo escucha todo a través de los dispositivos que utilizaba para comunicarse con Lisboa. El Profesor oía lo que sucedía mientras corría desesperado hacia esa caseta con el objetivo de rescatar a su pareja, pero llega el momento clave: escucha 2 disparos y da por hecho que han ejecutado a Raquel Murillo, lo que nos aporta una de las escenas más importantes de esta serie de ficción.

El Profesor (Álvaro Morte), de La Casa de Papel (Fuente: Netflix)

Todo no era más que el plan de Alicia Sierra: hacer creer al cerebro del oponente que habían ejecutado a la que era uno de sus bastiones fundamentales: jaque al Rey. Había conseguido que El Profesor iniciara una verdadera guerra "militar" utilizando, incluso, unos misiles en contra de tanquetas del ejército; esto se sumaba al hecho de que Nairobi estaba gravemente herida tras un disparo por asomarse a la ventana para ver a su hijo de la mano de, nuevamente, la inspectora Alicia Sierra.


Estas son el tipo de cosas por las que creo que La Casa de Papel es una serie a tener en cuenta por su carácter estratégico y, sobre todo, por el hecho de poder pensar que la trama va por un camino y luego es otro completamente diferente. Yo me creí la trampa de Alicia Sierra, pensé que habían ejecutado a Raquel Murillo. Caí en lo que los guionistas querían que cayéramos, y es por eso por lo que me quedo con una muy buena sensación del final de esta tercera parte.


Y para finalizar considero que el final de esta tercera temporada ha dado un revuelco a la serie por completo. La partida de ajedrez ha terminado y parece que empieza una lucha que no tiene como objetivo socavar a un sistema injusto, sino el de la venganza. Veremos en la cuarta parte cómo quedan ambas posiciones respecto a la opinión pública: "¿la gente creerá que la Policía ha ejecutado a una persona indefensa?", ¿"la Policía se lo callará para que todo el foco vaya sobre el ataque con misiles de los miembros de la banda?".


No pensaba, como dije, que fuera necesaria una tercera parte, pero una vez metidos en el barro habrá que terminar esta serie, ¿no?







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